Despertando para vivir

Vivimos entre la imaginación y la realidad. Nos encontramos entre el yo ideal y el yo real. Queremos alcanzar nuestras metas,es decir, nos gusta volar, elevarnos lo más alto que se pueda en esta vida, pero se nos olvida que antes debemos quemar etapas: ser orugas, aprendices, discípulos, amateur o prepa, y que la vida es un proceso donde todo implica una metamorfosis. Y pese a que tenemos sueños, ideales, aspiraciones, olvidamos que nada cae del cielo, y que hay que dejar que las cosas ocurran lentamente y a la medida que pasan días, semanas, los meses y los años trascurran, es cuando veremos los resultados logrados.

Es bueno mirar al cielo, contemplar las estrellas; permitir que las emociones se encumbren y nos llenen de optimismo. Sin embargo, también hay que ser realista, vivir con los pies en la tierra, aprender a caminar descalzo y detenerse a mirar las espinas que tienen las rosas. Se debe observar el lado amargo de la existencia porque hay momentos alegres y tristes; saber que las monedas tienen dos caras y que a cada amanecer le sigue la noche.

A lo mejor, todos en el fondo sabemos lo que hemos dicho anteriormente. Reconocemos que nos encontramos en un columpio, donde en ocasiones subimos y en otras, bajamos; que lo perfecto, puro, agradable, majestuoso, sublime y espléndido, solamente está en los cuentos de Hadas y en las ideas de los individuos que viven en “otro planeta”. Quizás estamos conscientes de que son los obstáculos, los tropiezos, las caídas, las lágrimas derramadas por las incomprensiones encontradas, que nos hacen ver los verdaderos colores de la vida. Pues, la inocencia de los primeros años, la inexperiencia y la ingenuidad humana, provocan que nos engañemos a nosotros mismos y creamos en algunos instantes, que todo gira según nuestras concepciones y conclusiones.

Mientras más sinceros seamos con nosotros mismos, y tengamos conciencia de donde estamos parados, o de la situación actual en la que vivimos, más felices seremos. Si lo hacemos de este modo, tendremos menos confusión con lo que nos rodea y con lo que nos pasa. Además, esto hará que no juguemos con nuestra mente, y que no pongamos ideas en nuestro cerebro que, aunque sean bonitas y llamativas, no son realizables.

En definitiva, no podemos pasarnos la vida entera viendo videos de reflexión en YouTube, escuchando historia conmovedora y leyendo libros de superación personal. Tales como, “Juan Salvador Gaviota”, “El Caballero de la armadura oxidada”, “El principito”, y otros más, que ciertamente, tienen su valor y han logrado hacer maravillas en muchas personas. Ahora bien, si no estamos conscientes de nuestra realidad. Si no hay voluntad, recta intención de cambiar y sentido común de lo que vivimos interiormente, perderemos nuestro tiempo, gastaremos energías innecesarias y estaremos metidos en un círculo vicioso. Incluso hasta nos pasará como el hombre aquel que se le perdió algo en un lugar y decidió buscarlo en otro sitio, simplemente porque le parecía más cómodo y porque había luz.

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