Así se controla la actividad sísmica en República Dominicana: 24 horas, todos los días del año
Ramón Delanoy, director del Instituto de Sismología de la UASD, en la estación central con la información de todas las estaciones sísmicas del país. (DIARIO LIBRE/EDDY VITTINI)
La isla La Española está ubicada en una zona de riesgo y en cualquier momento podría haber un gran terremoto
La República Dominicana ha tenido terremotos a lo largo de toda su historia debido a su particular ubicación en el planeta, por eso el control de la actividad sísmica es muy importante.
Si se produjera un gran terremoto en el mar, cerca de la isla, el Instituto de Sismología debería avisar a las autoridades para evacuar a las poblaciones costeras. Es por esto que el monitoreo es durante 24 horas, todos los días del año.
Así se monitorean los sismos en la República Dominicana
«República Dominicana consta con una red sísmica, con sismómetros y acelerómetros», apunta Ramón Delanoy, director del Centro Nacional de Sismología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
La principal diferencia entre el sismómetro y el acelerómetro es que el primero mide la velocidad o desplazamiento del suelo durante un terremoto, y el segundo, en cambio, mide la aceleración o el cambio de velocidad del suelo durante el mismo evento.

A lo largo de todo el territorio nacional, estos aparatos están distribuidos en cada provincia. «Además, hay otros países que colaboran con nosotros, por ejemplo: Puerto Rico, en Cuba, Jamaica, Turcas y Caicos, y la parte norte de Sudamérica, Colombia, Venezuela. Todo esto con el objetivo de vigilar la actividad sísmica no solamente en el territorio de la República Dominicana sino a nivel del Caribe», añade Delanoy.
Es decir, República Dominicana no solo tiene aparatos de medición en cada provincia, sino que también colabora de forma internacional, recibiendo los datos de otros países en tiempo real.
Las estaciones sísmicas
Una estación sísmica consiste en un sismómetro. Puede tener un acelerómetro, pero normalmente consta de un sismómetro y de un digitalizador.
El digitalizador se encarga de transformar los datos en una señal que se pueda enviar por módem a la estación central. «Nosotros recibimos señales de estaciones tanto por módem, a través de la red telefónica, por radio y por satélite», concreta Delanoy.
República Dominicana tiene estaciones sísmicas en casi todas las provincias, de tal forma que son más de 30 estaciones las que están instaladas en el territorio nacional.
Para mantener en funcionamiento toda esta red de monitoreo hay que estar dando seguimiento a cada estación para darles mantenimiento.

La estación sísmica en Baní
En Baní, en la cima de una loma donde hay una torre telefónica, el Instituto Sismológico tiene una estación sísmica. Dos de los trabajadores de dicho instituto viajan alrededor del país para mantenerlas en buen estado.
Uno de ellos explica que una estación «está equipada para no tener que ser visitada por un lapso de seis a ocho meses». Pareciera que es mucho tiempo. Sin embargo, al haber tantas estaciones sísmicas alrededor del país, es una tarea que se hace constantemente. «Hemos descuidado muchas estaciones por la falta de vehículos», se queja.
La estación sísmica consta de un pequeño habitáculo en medio del monte. En el interior hay un sismómetro, un acelerómetro, un digitalizador y baterías. En el exterior se aprovecha la energía solar mediante paneles.
El digitalizador convierte la información registrada en datos que pueden ser enviados a la estación central. Para que todo funcione, también cuentan con tarjetas de memoria. «Son como un respaldo. La data se envía en tiempo real, pero puede que se pierda alguna información. En casos extremos como un gran terremoto, si se pierde la señal, tenemos las memorias», explica el operario.
Esas tarjetas también tienen que ser vaciadas cada cierto tiempo. Las de 16 gigas, por ejemplo, pueden durar unos «seis meses antes de llegar a su máxima capacidad».
Otra de las razones por las que las estaciones deben ser visitadas con regularidad es porque los sensores se tienden a desnivelar por la movilidad del terreno. Además, el equipo que se usa para tomar los datos es muy caro, por lo que debe ser monitoreado, limpiado y vigilado correctamente.
Un sismómetro, según estiman, puede costar unos 10,000 dólares. Un acelerómetro puede llegar a 20,000 dólares. Por este motivo, la vigilancia y la limpieza deben estar a la orden del día.
Durante la visita de mantenimiento, las pisadas y el movimiento de los operarios en la estación provocan una alerta en los ordenadores centrales. La sensibilidad de los aparatos registra nuestro paso por allí. Es por este motivo que las estaciones se suelen instalar en sitios aislados, para que no haya interferencias.

¿Cómo se determina la magnitud de un sismo?
Para medir la intensidad de un sismo, las ondas son fundamentales. Estas ondas viajan a través de la tierra, por lo que los aparatos trabajan a ras de suelo.
Cuando ocurre un sismo, se generan varias ondas. Primero llega una onda llamada «onda P», porque es la primera que llega, una onda primaria. Entonces se mide la amplitud en micrómetros y, con base en una calibración, se calcula la magnitud.
Para que la magnitud sea mejor calculada, es decir, más aproximada, se usan varias estaciones que están ubicadas en diferentes sitios. Se supone que una estación, no importa dónde esté, debe registrar más o menos la misma magnitud.

De esta forma, se utilizan diversas estaciones para verificar las mediciones. A su vez, si un terremoto se detecta en una sola estación, significa que ha sido de poca intensidad. Por lo contrario, si un terremoto es detectado por más estaciones, significa que tiene más alcance.
La escala del terremoto tiene varias formas de medirse. Normalmente, se hace con la escala de Richter. También se mide por la duración del sismo, pero esto funciona cuando los sismos son pequeños.
Cuando los sismos son grandes, en cambio, se mide por la amplitud de la «onda S», que es la secundaria. Para medir la amplitud de la «onda S» se calcula la distancia máxima que una partícula del suelo se desplaza de un lado a otro en dirección a la que viaja la onda.
La sismología ha cambiado mucho
La forma de detectar y medir los terremotos ha cambiado mucho a lo largo de los años. Delanoy vivió el cambio de época: de la medición más artesanal a la tecnológica. Ahora, cualquier movimiento sísmico es detectado, codificado y enviado a las computadoras de la estación central, donde se pueden ver en tiempo real todas las estaciones. Sin embargo, antes todo era distinto.
Antes las estaciones tenían diferentes formas de registrar. Por ejemplo, la primera forma de registrar los sismos era mediante papeles ópticos.

«El sismómetro estaba conectado a lo que se llamaba un galvanómetro, del cual colgaba un espejito. Sobre ese espejito daba una luz. Cuando temblaba la tierra, el espejo se movía, el rayo de luz se desviaba, y esta luz registraba su movimiento sobre el papel óptico, ese papel que se usa en fotografía», determina.
Al igual que en el revelado de fotografías, la luz del espejo impactaba en el papel óptico, y luego, mediante un proceso químico, se podía ver el registro. Es decir, un proceso manual.
«Luego se usaba papel termo sensible, que era una aguja que se mantenía caliente sobre el papel. Cuando había un sismo, la aguja se movía», añade.
Con los años, la sismología ha ido evolucionando hasta que llegó la tecnología. Ahora, el Centro Nacional de Sismología de la UASD cuenta con una sala llena de monitores donde se puede ver la actividad sísmica que refleja cada estación nacional e internacional en tiempo real.
El protocolo ante un gran terremoto
En República Dominicana, el Sismológico de la UASD es el centro nacional de detección de terremotos. Es por esto que tiene la responsabilidad de estar alerta, detectar y avisar en caso de un gran terremoto.
«En el caso de un terremoto grande, informamos a los organismos de socorro, es decir, al Centro de Operaciones de Emergencias (COE), a la Defensa Civil y a los organismos que pertenecen a la Comisión Nacional de Emergencia», explica Delanoy.
Sin embargo, no se da aviso a las autoridades por cualquier terremoto. Para ello, el sismo debe ser una amenaza para la seguridad.
«En caso de que un sismo sea de magnitud mayor de 6, hay un protocolo que es dar una alerta de tsunami siempre que el epicentro esté localizado en el mar. Pero una alerta de tsunami no quiere decir que se vaya generado un tsunami, sino que hay que tenerlo en cuenta», concreta.
Tras el aviso, se tiene que verificar si se retira la alerta o si se sigue adelante. Entonces, en caso de que siga, la población de la zona costera tiene que moverse a sitios más elevados para evitar ser afectada. «Aquí hemos tenido un maremoto, como te dije, el terremoto de 1946 que generó un maremoto. Arrasó todo un poblado y murieron más de 100 personas», finaliza.