Los pueblos quieren paz, no más guerra

Es incuestionable, los Estados Unidos de Norteamérica es una gran nación por su amplio territorio, numerosa población, inmensos recursos naturales y desarrollo técnico-científico que la ha mantenido durante varias décadas como la principal potencia económica, comercial y militar del mundo.

Pero, si se desea construir sobre el planeta que habitamos un atmósfera de tolerancia donde real y efectivamente tengan vigencias los derechos internacionales, los cuales son normas y principios que viabilizan las relaciones de respeto mutuo entre Estados y entre naciones, no importa que sean grandes o pequeñas, desarrolladas o en vía de desarrollo, o el sistema político que cada una prefiera, esa misma gran nación (Estados Unidos de Norteamérica) debe entender que el mundo ya entró a vivir en un nuevo período de su historia. La época del colonialismo está en su fase final.

El despliegue de fuerzas navales estadounidenses en la zona del Caribe, precedida por las mismas acusaciones no fundamentadas contra el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y especialmente contra su legítimo presidente Nicolás Maduro Moros, es un nuevo atentado a los derechos internacionales que esa misma potencia dice respetar y defender. ¡Así no se edifica cultura de paz agrediendo, saqueando y/o amenazando otros países!

Si en verdad la nación estadounidense está preocupada por el creciente consumo de drogas narcóticas en su población y el alto tráfico en la región, debe primero limpiar su propia casa antes que ir a dar órdenes o intervenir en los asuntos internos de otras. ¿Es que todavía alguien no ha aprendido la sencilla lección de que al imperio del norte nunca le ha interesado democracia y derechos humanos venezolanos? Su verdadera preocupación es volver a saquear las grandes riquezas, principalmente petroleras, de esa nación sudamericana.

Los pueblos desean vivir en paz. La misma población norteamericana no quiere ver su país envuelto en más guerra, porque ha entendido que implica pérdidas innecesarias de vidas, repudio internacional y deterioro de su calidad de vida, mientras una élite financiera y fabricantes de armas acumulan más y más riquezas a costa de destrucciones y sangre.

Las personas, organizaciones y países amantes de la convivencia pacífica entre los pueblos, deben repudiar esta nueva oleada de embestidas y chantajes de la administración norteamericana contra los países latinoamericanos y de otras regiones. Hace tiempo que con aguda visión el pequeño-gigante Benito Juárez expresó: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

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