Individualizando nuestro mundo colectivo

Estamos en la era digital. Nos encontramos en el siglo XXI. Hoy, en nuestro lenguaje cotidiano es fácil escuchar hablar de inteligencia artificial, de criptomonedas y de cualquier noticia que está sucediendo en estos momentos en algún rincón del planeta, en tan solo fracciones de segundos. Esto puede significar muchas cosas, pero quedémonos con saber que todo esto provoca constantemente un mundo informado y a la vez individualizado, una sociedad con un menú de datos, hechos y sucesos que llevan al ser humano a elegir solamente las que les interesan en su mundo personal.

La sociedad cambió y con ella, los seres humanos. Los códigos culturales poco a poco van tomando otro rumbo y los conceptos de verdad, identidad, dignidad, entre otros, se ven afectados en muchas ocasiones por personas que emiten su opinión al respecto sin tener la mínima idea de la historia elemental de su pueblo. En otras palabras, el “Progreso” tecnológico que estamos experimentando nos está llevando a vivir separados de la comunidad, del colectivo humano. Por eso es común observar cómo la gente comparte poco entre amigos en la hora de la comida, cómo los problemas sociales dónde interés de unos pocos y como un accidente solo es recordado unos minutos.

Nos estamos individualizando. El otro es importante en la medida que aporta a mi individualización. Da la impresión de que el ser humano le tiene miedo a su propia especie. Muchos justifican esto y toman como excusa el estrés, el ritmo acelerado de la vida, el alto costo de la vida. En fin, razones para individualizarse, existen muchas, para recuperar la unidad y fraternidad humana hay pocas. Claro, todo esto tiene sus excepciones, porque no todo es gris ni negro, pero la tendencia es a vivir cada uno en su pequeña burbuja y ser “feliz”.

Es curioso cómo se opta por vivir de manera aislada en un mundo colectivo. En ocasiones se nos olvida que todos nos necesitamos. Que no es casualidad la estructura comunitaria de las plantas, los animales y la necesidad que tiene la propia naturaleza para permanecer de generación en generación. Pero se sabe que el egoísmo, la envidia, el poder desmedido y otros factores más, es lo que nos ha llevado a crear barreras y muros para esquivar a los demás, el tiempo que sea posible.

En definitiva, hay que hacer un inventario humano. Analizar con cuidado y con paciencia, la objetividad de la vida, la profundidad del sentido de las cosas y valor de lo que realmente importa. Por eso, nunca de esta de más reconocer el valor del otro en la construcción de mi vida y como mi prójimo. No volverlos un tormento o un infierno, como lo veían algunos filósofos. En otras palabras, si seguimos individualizando a los dueños en un mundo colectivo, entonces nos quedaremos sin mundo y sin individuo. Es dada esta razón, que se hace necesario mirar hacia adelante y preguntarnos sin miedo y con responsabilidad, ¿adónde me llevaría vivir alejado de todos, dependiendo solo de mí?

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